Raro es el día que un paciente no me pregunte si tiene una arritmia. Seguramente, tras consultar en el “doctor Google” encontrará mil y una reseñas tenebrosas y preocupantes acerca de “las arritmias”. Sin embargo, a pesar de ser un “término” usado con frecuencia entre mis colegas, una vez estudiado cada caso y explicado su significado, que es muy pero que muy amplio, generalmente deja de ser una palabra ligada a mal mayor del corazón: pararse.