Los beneficios del ejercicio físico en la prevención de la enfermedad cardiovascular son hoy ampliamente aceptados por toda la comunidad científica; además, nos encontramos con que el sedentarismo y la obesidad están adquiriendo proporciones epidémicas en la mayor parte del mundo. Todo ello nos lleva a que desde comunidad médica tengamos la obligación de recomendar y fomentar la práctica de ejercicio físico desde la infancia.
Existen datos objetivos que muestran que el deporte está en alza. Según información del Instituto Nacional de Estadística, en el Anuario de Estadísticas Deportivas de 2016, en relación a la Encuesta de Hábitos Deportivos en España, los resultados indican que en 2015 el 53,3% de la población de 15 años en adelante practicó algún deporte en el último año. La mayor parte de ellos, el 86,3% con gran intensidad al menos una vez a la semana.
Por otro lado, el ejercicio realizado a una alta intensidad en condiciones a veces desfavorables, y la existencia de una enfermedad subyacente, conocida o no, generalmente cardiovascular, pueden desencadenar eventos cardiovasculares, cerebrovasculares o incluso la muerte súbita. Por todo esto, una herramienta fundamental para identificar a pacientes en condiciones inadecuadas para la realización de determinados ejercicios y prevenir esas indeseables e incluso fatales complicaciones es la realización de reconocimientos médicos deportivos reglados previos al inicio de la práctica deportiva.